Agenda 2030 y Género

Agenda 2030 y Género

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con las 169 metas tienen un amplio alcance al abordar las causas fundamentales de la pobreza y la necesidad universal de lograr un desarrollo a favor de todas las personas. Los objetivos abarcan las tres dimensiones del desarrollo sostenible: el crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio ambiente. Sobre la base del éxito y el impulso de los ODM, los ODS afrontan las desigualdades, el crecimiento económico, el acceso a un trabajo decente, las ciudades y los asentamientos humanos, la industrialización, los océanos, los ecosistemas, la energía, el cambio climático, el consumo y la producción sostenibles, la paz y la justicia. Los ODS son de aplicación universal para todos los países, mientras que los ODM únicamente estaban dirigidos a los países en desarrollo.

Un elemento fundamental de los ODS es la gran atención que prestan a los medios de aplicación —la movilización de recursos financieros—, el desarrollo de la capacidad y la tecnología, los datos y las instituciones. Los ODS reconocen que es esencial luchar contra el cambio climático a fin de lograr el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza. El ODS 13 busca adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.

Igualdad de Género y la Agenda 2030

La Agenda 2030 cuenta con un ODS específico para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas como el ODS 5, pero también está integrado en el resto de Objetivos de Desarrollo Sostenible.  Esta integración se hace eco de cómo la igualdad de género tiene efectos multiplicadores en todo el espectro del desarrollo.

El empoderamiento de las mujeres y la reducción de las brechas de género en la salud, la educación, los mercados laborales y otros ámbitos da como resultado una menor pobreza, un mayor crecimiento económico, una mayor productividad agrícola, comunidades más resilientes, una mejor nutrición y educación para niños y niñas.  Por el contrario, si no se abordan las desigualdades de género y la discriminación contra las mujeres, se obstaculizará o —peor aún— se impedirá el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En resumen, no puede existir el desarrollo sostenible si no se afrontan los obstáculos tangibles e intangibles que impiden que la mitad de la población progrese.

IPM y Género

Desde 2010, el PNUD y el Oxford Poverty and Human Development Initiative (OPHI) introdujeron el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) Global basado en la metodología Alkire-Foster. Este índice incorpora indicadores en tres dimensiones: salud, educación y calidad de vida. Alrededor de veinte países en América Latina y el Caribe cuentan con el IPM Global, mientras que diez países han desarrollado su IPM Nacional, colocando a la región a la vanguardia del desarrollo de medidas de pobreza multidimensional.

En América Latina y el Caribe, las evidencias muestran que las mujeres se enfrentan a una limitada representación en los espacios de toma de decisiones, a una mayor pobreza de tiempo y de ingreso y a limitaciones de acceso y control de los activos productivos y financieros. A pesar de los avances y de los logros que se alcanzaron en la reducción de la pobreza, ésta se feminizó a lo largo de la última década, mayormente en las zonas rurales. 

El concepto de “feminización de la pobreza” refiere a tres principios:

  1. Las mujeres son el grupo más vulnerable y en el cual la pobreza es más importante. 
  2. La proporción de mujeres pobres sigue aumentando en comparación a la de los hombres. 
  3. La cara cambiante de la pobreza está vinculada a la feminización de la jefatura de los hogares.

    En este sentido, la pobreza de las mujeres debe considerarse como un problema multidimensional en el cual se debe analizar las desigualdades estructurales que las afectan, las desigualdades de acceso y control de recursos, las brechas laborales, la falta de entornos seguros para ellas, la violencia, y los diferentes obstáculos que deben sortear para un mayor empoderamiento económico, político o físico. En consecuencia, resulta necesario usar una concepción más amplia de la pobreza, que no se limite a los ingresos, y analizar un panorama global para identificar las situaciones particulares que experimentan las mujeres, mostrando que no todas las mujeres están igualmente posicionadas en las estructuras sociales. Aprende más aquí.